Lo que los gigantes del Renacimiento nos gritan hoy

Mis lectores,

Esta semana el boletín viene distinto. Dejen a un lado los planos y los números, que quiero compartirles algo que me explotó en la cabeza en un viaje increíble por Europa del que acabo de volver. Es una de esas ideas que te cambian la forma de ver las cosas.

Uno aterriza, prende el celular y de una vez le cae encima la avalancha de nuestro tiempo: que si la inteligencia artificial, que si los viajes al espacio, que si todo es para ya, para ahora. Es innegable el poder que hemos alcanzado, la capacidad casi infinita que tenemos para hacer.

Pero lo que yo vi allá, en esas calles y plazas, me puso a pensar en otra cosa.

Es que una cosa es leer la historia, y otra muy diferente es pararte donde se escribió. Es estar frente al David de Miguelangelo y sentir la fuerza de una mano que sacó vida de una piedra muerta. Es ver los inventos de Leonardo da Vinci y entender que en una sola mente cabían el arte más sublime y la ingeniería más avanzada. Es pensar en gente como Copérnico o Galileo, tipos que se atrevieron a decirle al mundo entero: "Ustedes están equivocados, el universo es otra cosa", armados solo con su razón y un telescopio.

Esos no eran simples artistas o científicos. Eran titanes. Ellos no estaban mejorando el mundo; lo estaban creando de nuevo desde cero. Fue el verdadero "Big Bang" de la conciencia humana.

Y ahí fue que lo entendí todo. Nosotros estamos maravillados con nuestras herramientas, pero ellos fueron la chispa que encendió el motor. Ellos no se preguntaban qué podían hacer con la tecnología que tenían; se preguntaban qué significaba ser humano, y con esa pregunta pusieron el mundo de cabeza.

Por eso, con todo el respeto que se merece nuestra era, mi admiración se queda allá, en ese tiempo de gigantes. Y esta es la idea que me traje en la maleta:

La tecnología de hoy nos enseña la fuerza de las herramientas que creamos, pero un tipo como Leonardo nos recordó la grandeza infinita de la mente que las sueña, y un genio como Miguelangelo nos mostró el poder de la mano que las hace realidad. Y ese, mi gente, es y será siempre el descubrimiento más grande de todos.

Al final, todo lo que construimos hoy, cada edificio, cada cohete, cada línea de código, se levanta sobre los cimientos que ellos pusieron.

En fin, perdonen la filisofada, pero a veces hay que mirar para atrás para poder entender lo que tenemos delante.

Un abrazo grande y que tengan un gran fin de semana.

Yamil